Revista Gaceta UAEH

Lo que comes afecta tu salud mental


Por Nelly Téllez Islas
Fotografía: Nelly Téllez Islas y Freepik


Lo que comes afecta tu salud mental

¿Sabías que lo que comes puede influir directamente en tu salud mental? No se trata solo de pasar hambre y estar de mal humor. Una mala alimentación puede alterar procesos químicos en el cerebro que afectan directamente tu bienestar emocional.

Para comprender mejor la relación entre el intestino y el cerebro, Arianna Omaña Covarrubias, profesora de tiempo completo en el Área Académica de Nutrición del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), nos explicó de manera general qué ocurre en el cuerpo humano cuando la microbiota intestinal sufre un desequilibrio, lo cual puede influir negativamente en trastornos mentales como la ansiedad, la depresión y el autismo.



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Arianna Omaña Covarrubias, profesora de tiempo completo en el Área Académica de Nutrición del ICSa


¿Cuál es la función de la microbiota?



Para comenzar, es esencial saber que la microbiota intestinal está compuesta por bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que desempeñan un papel clave en el buen funcionamiento del intestino. Entre sus funciones principales se encuentran contribuir en la digestión, el metabolismo y la defensa frente a patógenos, pero sobre todo, regular el paso de sustancias hacia el resto del organismo.

Mantener el equilibrio de estos microorganismos es fundamental, ya que su estabilidad —conocida como eubiosis— favorece el correcto funcionamiento intestinal. Cuando este balance se altera, se produce disbiosis, una condición que puede generar diversos trastornos, como estreñimiento, diarrea, distensión o dolor abdominal, lo que a su vez produce inflamación, mala absorción de nutrientes y afectar la comunicación entre el intestino y el cerebro.

Cuando se pierde esta permeabilidad intestinal, es decir, la capacidad del intestino de mantener cerrada su “barrera” protectora, permite que sustancias nocivas, como toxinas producidas por bacterias, migran a otras partes del cuerpo, incluido el cerebro, lo que afecta el funcionamiento de neurotransmisores fundamentales para la estabilidad emocional y cognitiva.



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¿Qué ocurre cuando las toxinas llegan al cerebro?



De acuerdo con diversas investigaciones, el desequilibrio intestinal se asocia con trastornos mentales, especialmente con la ansiedad, la depresión y los trastornos del espectro autista.

En el caso del autismo, se ha observado que muchos infantes presentan problemas gastrointestinales como estreñimiento, diarrea o inflamación abdominal, síntomas que afectan su conducta al generarse irritabilidad y dificultades para procesar estímulos, lo cual complica su interacción, por ello, se han realizado tratamientos dietéticos que han mostrado mejoras significativas en estos casos.

Pero cuando el intestino permite el paso de toxinas, estas actúan directamente sobre ciertos neurotransmisores, que son los encargados de regular aspectos relacionados con la depresión, la ansiedad e incluso algunos trastornos obsesivo-compulsivos. Además, pueden causar alteraciones en el sueño.



Cuando el intestino pierde su permeabilidad, deja pasar compuestos que afectan el sistema nervioso central, alterando el equilibrio químico del cerebro y favoreciendo síntomas como la tristeza persistente, la irritabilidad o la falta de motivación.



Por ello, detectar síntomas digestivos frecuentes como diarrea, estreñimiento o distensión abdominal puede ser clave para identificar no solo una disbiosis intestinal, sino que estos síntomas también pueden estar relacionados con problemas mentales, ya que el intestino puede ser el origen silencioso de muchos trastornos emocionales.



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¿Qué estrategias alimentarias pueden ayudar a prevenir los trastornos mentales?



Ante este panorama, la docente Garza señaló que el cambio en la alimentación es una de las formas más directas y eficaces para recuperar la eubiosis intestinal. Por eso, para lograr mejoras notables en la salud intestinal, recomienda incluir alimentos saludables en la dieta, especialmente aquellos que favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas. Sin embargo, aclaró que el equilibrio de la microbiota varía en cada persona, ya que depende de factores como la genética, las bacterias que habitan en su cuerpo y su estilo de vida.

“Es fundamental consumir probióticos y prebióticos. Los primeros son microorganismos vivos que ayudan a poblar el intestino con bacterias buenas, que están presentes en alimentos fermentados como el kéfir, el yogur natural, la kombucha o el tepache. Los segundos son fibras vegetales que alimentan esas bacterias beneficiosas, y se encuentran en frutas, verduras y legumbres, especialmente cuando se consumen crudas o con cocciones suaves que preservan sus nutrientes”, dijo.

En conclusión, Omaña Covarrubias destacó que cuidar la salud intestinal no es solo cuestión de evitar malestares digestivos, sino de preservar un equilibrio que influye directamente en nuestras emociones, pensamientos y bienestar general.



Cuidar la salud intestinal es clave, no solo para el bienestar mental, sino también para la salud general.