Memoria Garza: El origen de nuestra Universidad
Por Martha Lorena Sánchez García
Fotografía: Archivo General de la UAEH
Este 2025, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH)cumple 64 años de historia, esfuerzo y transformación. Son más de seis décadas que han dado forma a lo que hoy somos: una comunidad viva, diversa y llena de talento. Pero detrás de cada aula, investigación e historia universitaria, existe un origen que vale la pena recordar. Ese inicio fue más que un acto oficial; fue el nacimiento de una idea compartida: la de tener una universidad que perteneciera a su gente, a Hidalgo y a su juventud.
A comienzos de los años sesenta, México vivía un tiempo de cambio. En el estado de Hidalgo, un grupo de académicos y visionarios soñaba con un futuro donde la educación superior fuera motor de desarrollo y justicia social. En ese contexto, los directivos y profesores del Instituto Científico y Literario Autónomo (ICLA) decidieron dar un paso valiente para alcanzar su meta: convertir a la escuela en una universidad autónoma capaz de formar profesionales con sentido crítico, visión humanista y compromiso con su comunidad.
La idea no surgió de la noche a la mañana. Fueron meses de diálogo, propuestas, reuniones y gestiones en las que participaron personajes clave como Rubén Licona Ruiz, presidente de la Junta de Gobierno del ICLA; Tomás Deveraux Sánchez, tesorero; Jaime Torres Bodet, secretario de educación pública; Alfonso Corona del Rosal y Osvaldo Cravioto Cisneros, mandatarios en licencia y provisional del estado, respectivamente; entre otros. Con ellos, también se sumaron profesores, estudiantes y autoridades estatales que entendían la importancia de contar con una institución educativa que representará el conocimiento y la identidad hidalguense.
Cuentan que las reuniones se daban en distintos espacios: desde oficinas gubernamentales hasta restaurantes emblemáticos de la ciudad como el Mesón de Santo Domingo. Allí, entre café, papeles y entusiasmo, se afinaban los últimos detalles del proyecto que sería presentado al presidente de la República, Adolfo López Mateos. En febrero de 1961, el mandatario expresó su respaldo y compromiso con la creación de la universidad, marcando el comienzo de una nueva etapa para la educación en el estado.
Ese mismo mes, el Congreso del Estado de Hidalgo recibió el proyecto de ley enviado por el gobernador provisional, Osvaldo Cravioto Cisneros. La propuesta fue estudiada, discutida y finalmente aprobada, dando vida al Decreto número XLIII, documento fundacional que estableció la creación de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Suscrito por Juventino Pérez Peñafiel y Javier Hernández Lara, en carácter de presidente y secretario de la legislatura, el decreto contenía 33 artículos y cinco transitorios.
Los fundadores quisieron que la fecha inaugural fuera emblemático y con una carga simbólica fuerte: por ello, se eligió el 03 de marzo, día en que, en 1869, se estableció el Instituto Científico y Literario. Esa conexión entre pasado y presente reafirmaba la continuidad de un mismo espíritu: el amor por el conocimiento y el compromiso con la sociedad.
Así, se eligió el Salón de Actos Ingeniero Baltasar Muñoz Lumbier como sede de la ceremonia, y se fijó la hora solemne a las once de la mañana del 3 de marzo de 1961.
En los días previos, el ambiente en el ICLA era de entusiasmo y expectativa. Se formaron comisiones encargadas de preparar el evento, se enviaron invitaciones a universidades hermanas y autoridades de todo el país, y se remodelaron espacios del edificio central, incluido el inmueble que antes ocupaba la Escuela Politécnica Álvaro Obregón. Cada detalle importaba: desde la placa conmemorativa hasta las letras que formarían el nombre de la nueva institución de educación superior sobre el frontón principal.
Una anécdota curiosa cuenta que las letras originales decían “Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo”, pero su tamaño excedía el espacio disponible. La solución fue práctica y simbólica: eliminar las palabras “del Estado”, dejando visible “Universidad Autónoma de Hidalgo”
El acto inaugural reunió a representantes de toda la República. El presidente López Mateos designó como su representante al doctor Jaime Torres Bodet, entonces Secretario de Educación Pública, figura fundamental en la expansión educativa del siglo XX. Por su parte, el general Alfonso Corona del Rosal, gobernador con licencia, nombró al médico César Becerra Archer como su delegado. También acudieron autoridades del Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Tecnológico de Monterrey así como las universidades de Puebla, Morelos, San Luis Potosí y Guadalajara.
Esa mañana del 03 de marzo de 1961, el viejo reloj de repetición de 1897 marcaba las siete cuando los portones del Instituto se abrieron por última vez bajo ese nombre. Dentro, los pasillos comenzaban a llenarse de profesores, estudiantes y visitantes que serían testigos de un momento histórico en nuestra entidad. Las emblemáticas escalinatas de Abasolo, vieron en sepulcral silencio, subir a los nuevos alumnos, quienes con un brillo especial en los ojos: estaban presenciando el nacimiento de su universidad.
A las diez de la mañana, el recién formado Consejo Universitario tomó protesta y se dispuso a recibir a los invitados de honor. Faltaba poco para que el sueño se hiciera realidad. Las autoridades tomaron sus lugares en el presídium, amueblado con piezas históricas del siglo XIX, y las notas del coro de la UNAM llenaron el recinto de solemnidad y orgullo. Afuera,Mario Ramírez Espinosa, reconocido conductor de la estación XEPK de Pachuca, se encargó de que toda la ciudad compartiera aquel instante trascendental.
Finalmente, a las once en punto, dio inicio la Sesión Solemne. Las palabras del doctor Jaime Torres Bodet resonaron con fuerza en el salón, destacando la importancia de la educación como base del progreso nacional. Minutos después, a las 12:15 horas, declaró oficialmente inaugurada la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. En ese momento, las voces se unieron en un aplauso interminable y, por primera vez, se escuchó el “¡Goya universitario!” que marcaría el inicio de una tradición llena de pasión y orgullo.
Ese día no solo nació una universidad: nació una comunidad, que desde entonces no ha dejado de crecer, innovar y transformar su entorno. Con el paso del tiempo, la UAEH se ha consolidado como una de las instituciones más importantes del país, reconocida por su calidad académica, su compromiso social y su visión positivista.
Lo que comenzó con un pequeño grupo de soñadores hoy reúne a miles de estudiantes, docentes, investigadores y egresados que comparten un mismo emblema y espíritu. Cada investigación, práctica profesional, logro estudiantil y egreso, reflejan el mismo espíritu que motivó a los fundadores en 1961: unidad, trabajo en equipo, así como la fe en el poder de la educación.
Hoy, más que nunca, necesitamos recordar lo que significa ser Garza: mirar el horizonte con determinación, volar con las alas del conocimiento y nunca olvidar que nuestra fuerza está en la unión. Los desafíos cambian, pero el espíritu que nos une permanece intacto.
Porque 64 años después, seguimos escribiendo el futuro.
Fuentes: Efemérides Universitarias y Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo Cincuenta Aniversario