Revista Gaceta UAEH

Almuerzos Políticos: El cuerpo humano como el cuerpo público que habitamos


Por Ciro Bladimir Tapia Mendoza, estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública


Almuerzos Políticos: El cuerpo humano como el cuerpo público que habitamos

Almuerzos Políticos, nace como un espacio de reflexión para la comunidad de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, en donde, a través de textos dinámicos y accesibles a todos los sectores de la sociedad se abordarán temas sobre las acciones gubernamentales, reformas administrativas, liderazgo, programas sociales, transparencia e innovación en la gestión pública, entre otros.

En este primer número analizamos cómo a partir de la anatomía humana se puede entender el espacio público. Adéntrate con nosotros a conocer más sobre qué factores intervienen y cómo podemos contribuir a solucionar los problemas políticos, económicos y sociales, para lograr un bienestar colectivo.

Si lo pensamos bien y tomamos un momento para meditar, la vida social es una analogía, casi perfecta; sobre lo que se vive al interior del cuerpo humano; no me refiero a los órganos colegiados, mucho menos a los “organismos” de lo público, sino sobre que todo está funcionando gracias a una red, en la cual, si una parte falla, el resto empieza a tener complicaciones, esto en el ramo de la salud se le conoce como “patologías”.

Bajo esta mirada, el Gobierno podría ser como el cerebro, aquel que coordina, da órdenes, y, en teoría, supone el bienestar del organismo por completo, tratando de hacer las respectivas regulaciones cuando sean necesarias.

El problema puede venir cuando este cerebro tiene mareos (de poder), y empieza la pérdida de reflejos; es así como los pies tropiezan, la vista se nubla y las decisiones no son tomadas con la necesaria objetividad.

La ciudadanía, un elemento único y necesario, puede ser el claro ejemplo de la sangre, ya que está siempre está circulando por todas partes, transporta oxígeno, energía, ayuda al movimiento y permite la resistencia. Sin nuestra participación activa como ciudadanía, el cuerpo de lo público queda frío, sin movimiento, lo que lleva en consecuencia a un desmayo colectivo en el que, si no despertamos, puede traer consecuencias fatales.



Cada mecanismo de participación ciudadana es nuestro alimento para seguir vivo y resistiendo.


Almuerzos Políticos: El cuerpo humano como el cuerpo público que habitamos 2

Por otro lado, y claramente por el sistema en el que nos encontramos inmersos, es necesario hablar de la economía, misma que tendrá su analogía con el sistema digestivo, debido a que en él existen procesos que, si bien pueden distribuir algo, también se pueden desechar.

Si hay un buen funcionamiento, no pasa nada. Pero cuando no es así, llega el proceso de “indigestión social”: desempleo, desigualdades económicas, inflación, crisis financieras, que ocasionan aumento en los precios de la canasta básica.

El órgano más grande del cuerpo público son los derechos. Cómo una piel envuelve a todo nuestro ser, los derechos son inherentes: siempre están ahí, nos cubren, protegen y dan identidad. Cuando se discrimina nuestra piel, el cuerpo público sufre heridas difíciles de sanar.

Todo ello no podría consolidarse sin los debates de la opinión pública, traducida anatómicamente en el sistema nervioso, un entramado en donde conviven sensaciones buenas y malas. Gracias a la opinión pública, se delibera sobre aquello que debe de cambiar en la esfera pública, de la misma forma en la que nuestro cuerpo nos avisa sobre aquello que nos duele, o que necesita atención.



¿Cómo puedo mantener un cuerpo de lo público sano?



Mantengamos la salud de lo público con higiene (transparencia), descanso (paz en el mundo), y sobre todo, realizando un chequeo constante (la rendición de cuentas), ya que sí descuidamos el cuerpo, este puede enfermar; por ello es importante tener cuidados preventivos antes que correctivos, ya que de lo contrario el daño puede ser mayor.

La clave para nuestro bienestar estará en el constante funcionamiento armónico, porque cuando la ciudadanía está activa y el corazón gubernamental escucha, el cuerpo público vive en su máxima expresión.

¡Nos leemos pronto!