El libro está narrado en tercera persona, el narrador omnisciente y omnipresente deja al desnudo la perversa psicología del médico alemán mientras que en el trasfondo de la novela nos habla de racismo, de una Argentina construida sobre el genocidio de los pueblos originarios, de la obsesión por la pureza de la raza y de crímenes de guerra que suelen quedar, como es este caso, sin castigo.
Wakolda no sólo es el nombre de la novela sino de una muñeca indígena que representa todo lo que Mengel desea depurar y que se contrapone con la perfección de Herlitzka, la rubia muñeca de Lilith, que el médico se empeñará en replicar en una transferencia de su deseo de crear “humanos perfectos”, -claro- piensa el alemán: -es más fácil con las muñecas.
A través de un viaje por la pampa Argentina que Mengele hará con la familia de Lilith, Puenzo nos va presentando a este complicado personaje, cuyos pensamientos nos deja entrever en la narrativa:
- …la nena que daba saltos cada vez más veloces frente a sus ojos era un ejemplo que desafiaba uno de sus campos de investigación predilectos: el enanismo (…) Había logrado absorber algunos genes arios, pero no lo suficiente para perder sus rasgos animales. Eran las ratas de laboratorio que más lo fascinaban: perfecta, de no ser por un defecto imposible de tolerar (Puenzo, 2013)