
La Propiedad Intelectual hacia la era de la Inteligencia Artificial
Por Iván Navarrete Maqueda, Dirección de Transferencia de Tecnología
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No cabe duda de que la tecnología representa una parte fundamental de nuestras vidas. La capacidad de crear nuevas y mejores formas de satisfacer nuestras necesidades, obtener resultados, mejorar nuestra calidad de vida a través de la aplicación práctica del conocimiento es una de las características que nos definen como seres humanos.
Sin embargo, toda tecnología representa nuevos retos, pues su implementación en nuestra cotidianidad puede llegar a ocasionar escenarios imprevistos en los que se pueden perjudicar los derechos o el bienestar de las personas.
Pongamos un ejemplo: la llegada del automóvil y la generalización de su uso en las ciudades fue sin duda un acontecimiento revolucionario para la movilidad pues, por un lado, las personas ahora contaban con la posibilidad de adquirir sus viviendas lejos de sus lugares de trabajo, lo cual cambió radicalmente la forma en que se desarrollaban los centros urbanos hasta el momento, mientras que las empresas podían trasladar sus mercancías a mayores distancias, contribuyendo a la aceleración de la economía.
Sin embargo, con estos beneficios llegaron también grandes retos, pues la infraestructura de las ciudades no estaba preparada para la circulación de este nuevo tipo de vehículos, no existían aún instrumentos, herramientas o legislaciones adecuada para regular el uso de este medio de transporte ¿Qué pasaba si alguien arrollaba a una persona por hacer uso de esta nueva tecnología?
Hoy nos encontramos en un momento clave de nuestra historia, en el cual, el avance de los desarrollos tecnológicos se caracterizan por su ritmo acelerado. Ramas como la realidad virtual, la biotecnología, entre tantas otras, prometen ser un parteaguas en la forma en la que vivimos y en la forma en la que evolucionan las economías del mundo.
Entre todas estas tecnologías destaca una por su accesibilidad y el impacto que representa no solo para las grandes empresas tecnológicas, los gobiernos o las entidades dedicadas a la investigación y el desarrollo de tecnologías. Hablamos de una tecnología cuya adopción se ha dado de manera vertiginosa y ha sido palpable en áreas tan diversas como la comunicación, la enseñanza, el arte, entre tantas otras: la inteligencia artificial (IA).

Era el año 2022 y una empresa llamada OpenAI, fundada apenas en 2015, lanzaba el primer demo de su chatbot denominado ChatGPT, el cual ganó popularidad rápidamente gracias a las redes sociales. A los pocos días, ya contaba con más de un millón de usuarios. Hoy en día, OpenAI ofrece una variedad de servicios basados en sus herramientas de inteligencia artificial que van desde la generación de imágenes y video, análisis de datos, programación de software, entre otras.
Además, cabe mencionar que no son la única empresa que ha visto el potencial de esta tecnología, sino que otros gigantes de la industria ya se han unido a esta carrera por ver quien lidera esta nueva revolución tecnológica, introduciendo poco a poco sus propias herramientas de IA en sus productos y servicios.
Sin embargo, a pesar del aparente éxito que ha tenido la IA para colarse en nuestras vidas y en el ojo público, resulta necesario destacar que este no ha sido un camino fácil y sin percances. Incontables son ya los casos de concursos de arte que al día de hoy se han visto empañados por la utilización de este tipo de herramientas. Muchos son también los debates que hasta la fecha prevalecen sobre el aspecto ético de su desarrollo y utilización ¿Acaso la inteligencia artificial terminará por reemplazar a los humanos en los centros de trabajo, en las artes, o en cualquier otro ámbito en el que termine por emplearse?
Podemos hacernos la misma pregunta en el ámbito de la propiedad intelectual (PI) ¿A quién corresponde la autoría de una pintura, una canción o un libro elaborados con estas herramientas?
Históricamente, el marco de la propiedad intelectual ha girado en torno a la creatividad humana. Los derechos de autor, patentes y marcas se concibieron para proteger las creaciones y los descubrimientos realizados por las personas. Sin embargo, el surgimiento y expansión de la IA está difuminando esta línea.
Hablemos de los principales retos a los que nos enfrentaremos en el futuro próximo: por un lado, existe la problemática de la determinación de la autoría y la originalidad sobre las creaciones; por el otro la legalidad del uso de información sujeta a derechos de propiedad intelectual para el entrenamiento de herramientas de IA.
Hasta ahora, la originalidad ha sido el estándar para el otorgamiento de los derechos de PI. Sin embargo, ¿puede una obra generada por IA ser considerada "original" si parte de su contenido se basa en datos preexistentes? Este será un gran desafío para las oficinas de propiedad intelectual y para la legislación, las cuales deberán redefinir y aclarar conceptos básicos.
Por otra parte, las IA’s generativas requieren de grandes cantidades de información para su entrenamiento. Esto ya ha llevado a diversos cuestionamientos sobre si el uso de contenido protegido para entrenar este tipo de modelos constituye o no una violación de derechos. La creación de normativas claras sobre el uso de la información sujeta a derechos de PI será crucial para prevenir y dimitir futuras controversias.

¿Qué alternativas tenemos?
Probablemente sea necesario hacer ajustes a la legislación referente a la propiedad intelectual, con el fin de contar con una regulación clara acerca de la determinación de la autoría y la originalidad de las invenciones, obras y demás figuras de PI, buscando dar la mayor protección y certeza a los creadores sobre sus derechos.
De igual forma, en materia de transparencia, es posible que sea necesario obligar a declarar si una obra ha sido generada o asistida por IA, lo cual podría ayudar a proteger a los autores y a proporcionar más información al consumidor.
Y finalmente, debemos recordar que la IA no conoce fronteras y, en el contexto de la globalización, las legislaciones nacionales podrían resultar insuficientes. Por lo tanto, la cooperación internacional será fundamental para el desarrollo de marcos regulatorios internacionales que aborden estos desafíos de manera efectiva.
La propiedad intelectual enfrenta un escenario complejo y de gran incertidumbre en la era de la inteligencia artificial. Esta nueva tecnología plantea retos que tanto creadores como profesionales de la PI, así como las autoridades competentes en la materia deberemos de sortear en los próximos años, sin embargo, lo más importante será adaptarnos al cambio. Tal como sucedió con el automóvil y con otras tantas tecnologías a lo largo de la historia, la IA es una herramienta más que deberá regularizarse para garantizar tanto su efectivo aprovechamiento como su uso responsable, minimizando sus riesgos. La clave estará en encontrar un equilibrio que fomente la innovación sin comprometer los derechos y el reconocimiento de los creadores.
Propiedad intelectual, la estrategia para la innovación.
