Gaceta UAEH

Brechas digitales: la otra cara de la revolución tecnológica


Por Alejandra Zamora Canales
Fotografía: Freepik y Archivo UAEH


Brechas digitales

Nuestra sociedad está viviendo una revolución digital que trae consigo múltiples beneficios en la vida diaria, pero también deja al descubierto las desigualdades que siguen permeando, especialmente aquellas ligadas al acceso a las nuevas tecnologías y su implementación en el trabajo, la escuela y nuestra cotidianidad.

En la edición de abril de Revista Gaceta UAEH, charlamos con María Guadalupe Veytia Buchelli, profesora investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) y coordinadora de la Maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), sobre las brechas digitales existentes en el ámbito educativo.



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Maria Guadalupe Veytia Buchelli, profesora investigadora del ICSHu y coordinadora de la Maestría en Ciencias de la Educación


La pandemia que expuso la brecha digital

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia por SARS-CoV-2. Con ello se instauraron medidas sanitarias como el distanciamiento social, la suspensión de actividades presenciales y la implementación de la virtualidad en centros educativos y laborales.

Estas medidas trajeron consigo nuevos retos para distintos sectores, entre ellos el educativo, el cual tuvo que encontrar nuevas formas de enseñar y aprender de manera virtual, al tiempo que sorteaba múltiples obstáculos.

La profesora Veytia explicó que la brecha digital consta de varios tipos:

  • Conectividad: Se refiere al acceso desigual a la infraestructura de telecomunicaciones.
  • Asequibilidad: La falta de capacidad económica para adquirir el servicio y contar con los equipos necesarios.
  • Uso: Las diferencias en competencias y habilidades digitales, que incluyen la alfabetización digital y el desconocimiento sobre las tareas que se pueden realizar en línea.
  • Apropiación: Las desigualdades en la incorporación de tecnologías en el ámbito educativo, lo cual impacta directamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Según la UNESCO, más de 1,500 millones de estudiantes en 190 países se vieron afectados por el cierre de escuelas.



Durante la emergencia sanitaria, las y los profesionales de la educación enfrentaron múltiples retos en cada uno de los puntos anteriores. No obstante, se vieron obligados a buscar soluciones en tiempo récord tanto para sus colegas como para sus estudiantes.

En la Licenciatura en Ciencias de la Educación se identificó que el 75 % de la matrícula provenía de municipios alejados de la capital hidalguense. Al declararse la crisis sanitaria, muchos estudiantes regresaron a sus lugares de origen, lo cual provocó dificultades derivadas de accesos nulos o inestables a internet. Esto obligó a reorganizar dinámicas y contenidos de los planes de estudio originales.

La investigadora señaló que fue necesario flexibilizar la impartición de clases para no perjudicar a quienes tenían conectividad deficiente o enfrentaban altos costos por el acceso. Se redujeron las horas de clase y se optó por recursos digitales descargables, de bajo consumo de datos, o que pudieran utilizarse sin conexión o de forma asincrónica.

Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2023, realizada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); Hidalgo se ubicó por debajo de la media nacional en cuanto a hogares con acceso a internet, con un 64.8 %.

Asequibilidad
Sobre esta brecha, Veytia indicó que es donde más se notaron las desigualdades entre estudiantes. Algunos podían acceder sin problema a contenidos y sesiones, mientras que otros contaban con una cantidad limitada de datos o debían buscar lugares con señal para conectarse. Sin embargo, también se evidenció el apoyo solidario dentro de los grupos, donde estudiantes se ayudaban con recargas telefónicas a quienes no tenían los medios para continuar conectados.

Uso y apropiación Se identificó que la comunidad estudiantil posee habilidades instrumentales en el uso de tecnologías, redes sociales y programas con fines recreativos, incluso por encima de sus docentes. No obstante, Veytia enfatizó la importancia de analizar, reflexionar y utilizar la tecnología con fines pedagógicos.

“Se pueden implementar herramientas tecnológicas cuya finalidad no fue educativa, pero que pueden adaptarse, como el uso de memes o TikTok”, señaló Veytia Buchelli.



Estas brechas también impactaron al personal docente, quien debió salir de su zona de confort y enfrentarse a nuevos aprendizajes. Además, la relación entre profesorado y alumnado pasó de una estructura vertical (donde el docente es la única fuente de conocimiento) a una estructura más horizontal, basada en el acompañamiento mutuo en el proceso de aprendizaje.



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Navegar en un mar de información con océanos de incertidumbre



De acuerdo con el Programa de Cobertura Social 2022–2023 del Gobierno Federal, 63 mil 668 localidades, la mayoría en zonas rurales, no cuentan con acceso a servicios móviles o fijos de internet. Entonces, ¿cómo combatir estas brechas?

La investigadora explicó que existen iniciativas a nivel federal y local, como La Escuela es Nuestra, enfocadas en dotar a los planteles de equipos de cómputo, pizarrones electrónicos, tablets, entre otros.

A su vez, los costos de algunos equipos de cómputo se han reducido, lo cual permite que ciertos sectores puedan adquirir, a mediano plazo, una computadora o tablet. Según la ENDUTIH 2023, la población opta por planes de prepago para acceder a internet, generando un gasto promedio de 155.4 pesos mensuales, cifra significativamente menor respecto al 2020.

No obstante, Veytia Buchelli recalcó que es necesario redoblar esfuerzos para ofrecer puntos de acceso gratuito a internet en espacios públicos.

En cuanto a uso y asequibilidad, señaló la urgencia de implementar políticas de alfabetización digital y el impulso de competencias digitales para brindar conocimientos básicos, medios y avanzados sobre nuevas tecnologías, especialmente al sector educativo, lo que permitiría una mayor capacitación, innovación y eficiencia en procesos.



“La alfabetización digital mejora la calidad de vida, reduce índices de pobreza y aumenta la participación en el mercado laboral”, declaró.



Pero no todo es negativo. Veytia destacó que la revolución digital también ha permitido que sectores históricamente marginados tengan acceso a la educación, especialmente personas con discapacidad o barreras para el aprendizaje, quienes ahora pueden concluir estudios de bachillerato, licenciatura o posgrado.

La profesora también compartió que existen diversas plataformas que ofrecen cursos gratuitos, breves y virtuales. Para quienes se dedican a la pedagogía, recomienda MéxicoX, donde instituciones como El Colegio de México y la Universidad Veracruzana avalan los contenidos.

Asimismo, mencionó la plataforma española INTER, del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado, que permite a los docentes mantenerse a la vanguardia y desempeñar un papel de acompañamiento en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

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