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La importancia de los derechos de autor en la UAEH
Por Asael Ortiz Lazcano, profesor investigador de la UAEH
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Los derechos de autor son producto de una lucha continua y permanente que se ha construido a lo largo de los últimos 300 años, y a la par de las revoluciones económicas, políticas, sociales y culturales, así como han sido permeados por las ideologías y revoluciones filosófico-científicas contemporáneas. Además, son una institución jurídica internacional, cuyo desarrollo legislativo fue guiado por procesos de armonización de leyes, decisivos a lo largo de los siglos XIX y XX.
Sin embargo, estas figuras jurídicas no son nuevas, se han sustentado en el derecho natural. Por ello, se aduce que la creación intelectual debe ser protegida en dos direcciones: los derechos patrimoniales y los derechos morales. Esta protección se prolonga no solo durante la vida del autor, alcanza en promedio 50 años en el contexto internacional, aunque hay países que incluyen 100 años post mortem auctoris, como lo es el caso mexicano.
El derecho de autor no es una figura nueva, históricamente el hombre ha tratado de dejar un legado, y sobre todo, que haya evidencia del ente pensante que lo creó, su autor; es un elemento que se ha pretendido desde hace mucho tiempo.
La escritura inmortaliza a las civilizaciones, a quienes nos antecedieron, los hechos que les ocurrieron de una manera única, por lo menos en sus interpretaciones, nos muestran otras temporalidades y formas de vida. Por ejemplo, los papiros, las tablillas cuneiformes, los pergaminos, las pinturas rupestres, los libros, son los que nos muestran la historia, y lo hace de forma más abundante y explícita, que los templos, los palacios o los monumentos.
Nuestra tradición judeocristiana nos lleva al derecho romano, donde ya existían figuras jurídicas para resolver conflictos por calidad intelectual, tal es el caso de la autoría de pinturas, estatuas y textos. Existen registros de que la venta de un manuscrito en Roma y el derecho inherente que implicaba frente a la obra, en el sentido de que posibilitaba su reproducción por haber transferido esos derechos de creación a terceros.
Ejemplo de ello se observa en los autores dramáticos, quienes vendían sus obras a los organizadores de los juegos (Dock, 1974). Aunque muy probablemente no se tenían los alcances del mundo actual, la esencia del derecho de autor ya estaba plasmada, para que posteriormente germinara como actualmente le conocemos.
La Ley Fabia en Roma estableció el delito de plagiarius para los ladrones de infantes, esclavos o de hombres libres. Para algunos estudiosos esta figura empezó a utilizarse por analogía en situaciones de creaciones intelectuales; los reclamos constantes en la literatura latina en ese sentido fueron evidentes, demuestran que estaba censurado el plagio y era conceptualizado por analogía de robar niños o esclavos, robar ideas, escritos, estatuas o cualquier creación del intelecto.
Desde ese entonces la creación intelectual tenía un lugar dentro del mundo comercial, los diálogos de Cicerón y Plinio el Joven, permiten observar la aplicación del derecho a la ineditud, ya que algunos de sus contemporáneos tomaron lo dicho por ellos, y se lo adjudicaron como propio. Por ello, tanto el filósofo como el abogado romano se inconformaron, aduciendo que estaban hechas esas menciones sin el consentimiento de ellos, quienes se asumían como los autores legítimos.
Otro ejemplo es Marcial, poeta romano, quien manifestó en su conocida obra Epigramas, constituida por 15 tomos, que tenía la firme convicción de la ilicitud del plagio. Por ello, planteó la importancia de proteger el derecho de autor, postura que no era nueva para él.
Con sus contemporáneos ya había venta de literatura poética, las primeras menciones de ventas de derechos de autor, incluso se habla de la explotación de una obra intelectual, las notas de las lecciones de Platón por parte de Hermodoro en Sicilia, entre otros ejemplos. En ocasiones, la historia nos muestra que en algunos rubros, no somos tan diferentes de esas civilizaciones de hace más de dos mil años, y que algunas figuras como los derechos de autor ya estaban presentes.
El medioevo tuvo un retroceso en el derecho de autor, ya que las obras generalmente fueron escritas con anonimato, esto se debía a que la mayoría de obras creadas en los monasterios fueron de creación colectiva. Pero la figura del autor siguió vigente incluso antes de la imprenta, ya que la circulación de los manuscritos tenía como característica la representación del autor por medio de su imagen, manifestando su origen en la creación individual, y que le daba el sello de original, no de ineditud.
El antecedente de la protección del derecho de autor se tiene en Inglaterra con el sistema del Estatuto de la Reina Ana en 1710, quien propuso manejar un copyright, un derecho de copia; para algunos este es el antecedente moderno del derecho de autor.
La imprenta en Europa supuso una nueva economía en el proceso de publicación, pero obligó a clarificar quiénes eran las y los dueños de las ideas para designar la impresión de las obras, no se podrían arriesgar a imprimir sin conocer al dueño legítimo. Las impresiones generaban gastos, pero sobre todo, se tenía que garantizar que esas obras no serían impugnadas por terceras personas que se identificaran como los dueños de esas ideas, o los nuevos dueños.
En ese inicio se buscó una ley, una figura que facultara las autorizaciones de impresión, ese vacío legal fue cubierto con el permiso para realizar la impresión y el otorgamiento del privilegio, que se dio en Inglaterra en 1556 a la Stationer's Company, por decreto de María Tudor, reina del país, quien dio la facultad de otorgar los privilegios y de establecer la censura de escritos. Con esta figura, el autor es visible, tangible, y sobre todo, puede ser reconocido por su obra; más adelante incluso podría tener una ganancia comercial con ello.
En el contexto latinoamericano, desde 1811 se consagró el poder de otorgar privilegios y derechos a los inventores y creadores de obras literarias y artísticas; sin embargo, el desarrollo legal de esos derechos fue lento, en la primera mitad del siglo XIX solo se dio en Colombia, Chile, Venezuela, Perú y México.
La normatividad mexicana de la primera mitad del siglo XIX en materia de protección a las obras literarias estuvo regulada por el Poder Ejecutivo, mediante el decreto sobre propiedad literaria del 03 de diciembre de 1846, emitido por José María Lafragua, con la finalidad de proteger y estimular la creación. En ese momento se otorgó un periodo de protección que incluía la vida del autor y 30 años para sus herederos; adicionalmente esos derechos se integraron a la masa hereditaria fueron de la sucesión del de cujus.
Actualmente el derecho de autor ha transitado a estructuras jurídicas robustas, aunque la dinámica social es vertiginosa, a la par que los desarrollos científicos están en una vorágine. Por ello, cuando parece que nuestra legislación está a la par de las necesidades de nuestro entorno, nuevamente hay una diferencia significativa entre lo escrito y lo real. Tal es el caso del nuevo reto planteado por la inteligencia artificial: ¿de quién son esas obras? Hemos iniciado desfasados de este constructo, que ha arrollado literalmente a la sociedad moderna.
Por ello, los derechos de autor dan certeza a las creaciones y a los autores. En ese sentido, la Dirección de Ediciones y Publicaciones de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) da la certeza de la autoría de todas y cada una de las obras que las y los investigadores de la institución generan durante su periodo de vida institucional, al tiempo que permite conocer la producción universitaria sin ápice de error.
A través de la División de Investigación, Desarrollo e Innovación, específicamente mediante la Dirección de Transferencia de Tecnología, se encarga de detectar los posibles resultados susceptibles a ser protegidos, los encamina hacia una correcta protección de los derechos de autor y de la propiedad industrial, así como obtiene los certificados y títulos de propiedad intelectual correspondientes.
Esta gran labor permite dar certidumbre y certeza de conocer la producción editorial de la UAEH a través de los derechos de autor, y acumular riqueza intangible, basado en producto de la investigación, análisis y síntesis del trabajo intelectual, así como narrativas de ensayo, cuento, novela y poesía, entre otros géneros.
"Propiedad intelectual, la estrategia para la innovación"
Bibliografía
- Dock, Marie-Claude. "Génesis y evolución de la noción de propiedad literaria", en Revue Internationale du Droit D'Auteur (RIDA), número especial: Histoire internationale du droit d'auteur, des origines á nos jours, París, Association Française pour la diffusion du Droit d'Auteur National et International, enero de 1974.
- Lafragua, José María. Memoria de la primera Secretaria de Estado y del Despacho de Relaciones Interiores y Esteriores [sic] de los Estados Unidos Mexicanos: leída al soberano Congreso constituyente en los días 14, 15, y 16 de diciembre de 1846, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1847.
- McKenzie, D. F. Bibliografía y sociología de los textos (traducción de Fernando Bouza), Madrid, Akal, 2005.